Cliente Satisfecho



Una de las cosas que más me sorprende y a la vez más episodios de furia me provoca de mi país, es el hecho de no poder decir casi nunca las dos palabras que forman el título de ésta entrada para describirme a mí mismo.
Ésta pretende ser una serie de artículos donde se expondrá por medio de relatos y reflexiones, así como la voz interna del pensamiento a la par de las conversaciones, una visión intimista del día a día a la hora de obtener un producto o un servicio.

Voz de programa de televisión serio: A continuación, presento tres relatos extraídos de hechos reales y con un mismo tema central, el té, que demuestran las increíbles cadenas de sucesos que terminan por hacer que uno, el cliente, el consumidor, termine saliendo menos que feliz en muchas ocasiones de un trato comercial.

La historia del Té

Restaurante

Javier: Buenas noches Sr. Quisiera dos tazas de té negro. ¿Tienen Lipton?

Mesonero: Sí, en seguida se lo traigo.

Javier: Gracias.

Demasiados minutos después, traen el pedido.

Otros tantos después, Javier absorto bebiendo el té y jugando distraídamente con la bolsita.

Javier: Qué fino como traen limoncito y todo bien acomodadito con un platito y… un momento… ésto era McCormick, no Lipton.

Verónica:
~o~

¿Por qué me dijo que había Lipton y me trae McCormick? ¿Acaso uno no tiene el derecho a saber la verdad? Reconozco que soy exigente con esas cosas en ocasiones, pero estoy en mi derecho, soy un cliente, estoy en un restaurante que no es caro pero tampoco es barato, y además fui específico con las marcas. Ellos se dedican a vender comida. Ellos saben que hay gente quiquillosa como yo a la que le gusta beber Coca-Cola pero odiamos la Pepsi. Y aún así le pregunto la marca y no es capaz de traérmela o por lo menos avisarme. ¿Es mucho pedir? Si es mucho pedir, la siguiente historia esclarecerá un poco las cosas, y por qué no me considero un cliente satisfecho.

McCafé

Javier: Buenas tardes Srta. Quisiera dos tés negros con leche, por favor.

Cajera:Con ése estilo de la gente de McDonald’s que te hace pensar que en su cabeza no hay un cerebro sino una cinta pregrabada— ¿Algo más que desee agregar  a la orden?

Javier: Sí, torta de chocolate con avellanas.

Cajera: ¿Algo más que desee agregar a la orden?

Javier: No, gracias.
~Cincuenta segundos después de pagar y recibir mi factura~

Cajera: Disculpe Sr., no tenemos té negro. ¿Desea té de flores de Jamaica?

Javier:Tú deberías beberte un té de flores de ipecacuana, desgraciada te odio— No. No quiero té de flores de Jamaica. Deseo devolver la orden y pedir otra cosa.

Cajera: Disculpe, pero ya está pago y no puedo devolver la orden.

Javier: –De verdad te odio y maldigo tu destino. Ahora que diablos pediré… Precios, precios, precios… Tendrá que ser.— Deme dos expressos largos.

Cajera: ¡Juan! ¡Dos expresos largos! ¡Siguiente!

La gente de la cola da un suspiro y me miran como diciéndome que soy un idiota por no pedir rápido.

Juan: ¿Cómo los quiere, guayoyo u oscuro?

Javier: –¡¿Guayoyo?! ¿No puedes decir “claro”, “suave”, incluso “aguado”? Odio ésa palabra. Odio todo.— Lo quiero así mismo. No estoy de humor para beber petróleo, gracias.

~o~

¿Dios mío, por qué? ¿Yo qué hice? Y no puede ser que no sepan qué tienen en stock y qué no. No puede ser que ellos mismos no revisen primero. No puede ser que yo tenga que preguntar si hay algo que está escrito en la lista de precios. Es absurdo. Es abominable, desesperante. Ni siquiera estaba siendo exigente con la marca, simplemente compré un producto, y yo tuve que apurarme en pedir otra cosa y resolver el problema por mí mismo. Ni siquiera fue capaz de ofrecerme una solución. Nunca se me preguntó si quería llevar esto o aquello. Fui abandonado, como cliente, a mi propia suerte. Con personas detrás en la cola impacientándose ya que las únicas dos personas atendiendo tienen el circo montado conmigo. Pero la siguiente historia es aún más difícil de digerir.


Otro Restaurante

Javier: Buenas tardes, quisiera un té.

Mesonero: Un momento señor.

~Cuarenta segundos después~

Mesonero: Aquí está la selección de tés: Tenemos té negro, té verde, té de flores de jamaica, té de agüita feme… ejem, té de hierbas milenarias, té con naranja, té de menta, té con canela y naranja, té con limón y miel, té con canela, té blanco, tilo y manzanilla.

Javier: –esto es nuevo para mí—quisiera té negro por favor.

Mesonero: ¿En agua caliente o leche?

Javier:  Agua por favor.

Mesonero: ¿Algo más?

Javier: No, muchas gracias.

~Menos de cinco minutos después~

Mesonero: Aquí tiene señor.

Javier: Muy amable, gracias.

Veo la taza de té.. Es súper aromático porque es Lipton, además. El mesonero colocó una azucarera de porcelana, y el té viene con una galletita. También me coloca una publicación gratuita de variedades por si acaso quiero leer. Se retira con una sonrisa.

Más tarde, bastó con voltear y hacer un ademán para que me trajeran la cuenta. Aunque el local tenía una cantidad apreciable de clientes, los mesoneros estaban atentos incluso del tipo que pidió una taza de té.

Dejé una propina y me marché, completamente satisfecho con el servicio tan amable y luego de tomarme una taza del té que yo quería.
~o~

Ésta vez todo fue genial. Era una pena que estuviera solo, pero me sentí muy contento al salir del restaurante. Todo salió de maravilla, y por una vez me marché satisfecho. O lo habría hecho, si de verdad hubiese sucedido.

Share!
Tweet!
E-Mail