El Barco de Teseo



Leyendo y releyendo por ahí, me topé con la paradoja del Barco de Teseo. Ésta es una paradoja sobre la identidad, que trata sobre un barco al que le fueron cambiando todas las piezas, de una en una, a través de los años para preservarlo. Pero al final, cuando todas las piezas del barco se han reemplazado, ¿Sigue siendo el mismo barco? ¿Era el barco de Teseo, al final, el mismo barco u otro diferente?

Ésta paradoja se extiende hasta la misma identidad personal. Si se inventa una manera de copiar una consciencia humana en una computadora, o en un clon idéntico a la primera, ¿Cuál es cual?

¿Qué es lo que nos hace ser nosotros mismos?

Ésta es una pregunta que religiosos, filósofos y científicos (si no todo el mundo) se han hecho a lo largo de la historia. Es difícil determinar qué es aquello que nos brinda nuestra individualidad, o lo que Freud llama "el yo" o el "super-yo" (no sé cual de los dos).

Para muchos, la respuesta radica en el alma. Una misma alma no podría habitar diferentes cuerpos (aparentemente). Aunque cabe acotar que definiciones del alma hay presumiblemente tantas como filósofos se han puesto a pensar en ella, lo más aceptado es que se trata de un "algo" intangible que se comunica de alguna manera con el cuerpo material, y que representa el "espíritu vital", la "fuerza de vida". Algo parecido se conoce como Qi o Chi o también Prana.

El autor de ciencia ficción Orson Scott Card acuñó el término aiúa, para su saga de novelas de Ender. Ésta es una entidad que mantiene a los filotes (la verdadera unidad física indivisible, según las novelas) juntas siguiendo un patrón. Lo que tenemos aquí es interesante, pues Orson habla de un "patrón".

Coincidiendo un poco con Orson encontramos a Douglas Adams, del artículo de Wikipedia del Barco de Teseo:
Douglas Adams en su libro Last chance to see relata:

Yo recuerdo que una vez en Japón, fui de visita al Gold Pavilion Temple en Kyoto y me sorprendí al observar lo bien que el templo había resistido el paso del tiempo desde que fuera construido en el siglo catorce. Entonces me explicaron, que en realidad el edificio no había resistido, ya que de hecho se había quemado hasta los cimientos dos veces durante este siglo. Por lo que le pregunté a mi guía japonés "¿O sea que no es el edificio original?".
"Al contrario, por supuesto que es el original", me contestó, un tanto sorprendido por mi pregunta.
"¿Pero no se incendió?".
"Sí".
"Dos veces".
"Muchas veces".
"Y fue reconstruido".
"Por supuesto. Es un edificio histórico importante".
"Con materiales completamente nuevos".
"Por supuesto. ¡Si se había incendiado!".
"Pero entonces, ¿cómo es posible que sea el mismo edificio?"
"Siempre es el mismo edificio."
Y tuve que admitir que este era un punto de vista perfectamente racional, solo que partía de un postulado completamente inesperado. La idea del edificio, la finalidad del mismo, y su diseño, son todos conceptos inmutables y son la esencia del edificio. El propósito de los constructores originales es lo que sobrevive. La madera de la que esta construido decae y es reemplazada todas las veces que sea necesario. El preocuparse por los materiales originales, que solo son recuerdos sentimentales del pasado es no saber apreciar al edificio."


Templo Kinkaku-ji. Construido en 1397 y destruido y reconstruido varias veces. Sigue siendo el mismo.

Aquí podemos apreciar como para los japoneses (al menos) parece no existir un problema filosófico en cuanto a éste asunto.

El punto es que la identidad, ya sea de un objeto, de un animal o de una persona no radica solamente en la materia de la que está hecha. La identidad, en todo caso, puede tomarse como la información inherente al objeto o persona. El barco de Teseo, desde un punto de vista objetivo y material, ya no es el mismo barco. Todas sus piezas son diferentes. Pero desde el punto de vista humano, subjetivo y desde el punto de vista de la información, sí sigue siendo el mismo barco, puesto que mantiene las mismas características: Se llama el "Barco de Teseo", el patrón o planos de su construcción siguen siendo los mismos, la forma y las características esenciales (Tamaño, peso, color, etc) del barco siguen siendo las mismas (en la práctica). La información del barco está inalterada.

Lo mismo valdría con el cuento del príncipe convertido en rana: sigue siendo la misma persona a pesar de haberse convertido físicamente en rana. La información (Su nombre, su edad, sus recuerdos) siguen siendo los del príncipe. Ya no es un ser humano, es una rana, pero la característica "príncipe" no ha dejado de existir. Luego que se rompe el hechizo, el príncipe recobra su forma humana, y luego de éste nuevo cambio no decimos que era una rana convertida en príncipe, decimos que éste recobró la forma humana. Nunca entendemos que haya dejado de ser el príncipe, sea hombre o rana. He allí el Qi del asunto.

Para Orson, lo que importaba era el aiúa: aunque en un momento dado de las novelas los personajes dejan de existir físicamente, sus aiúas se mantienen en la memoria de una computadora, y luego de tomar un cuerpo físico nuevamente siguen siendo esencialmente las mismas personas.

Ahora, cabe preguntarse de qué forma encajaría eso en nuestra realidad. ¿Somos información, o un mensaje, almacenado en una forma física?

Yo diría que la consciencia humana está formada por información y procesamiento, y que éstos son interdependientes. La forma como procesamos la información que obtenemos determina lo que sabemos, y lo que sabemos determina la forma en la que procesaremos la información...

Pero ésto me plantea una cuestión filosófica (si es que no espiritual) un tanto difícil: que la consciencia humana depende de medios físicos. La información, para existir, debe de hacerlo bajo alguna forma física: ya sea como estados electromagnéticos en un disco duro, como letras en un libro, como átomos organizados en una molécula de ADN, como recuerdos en una mente humana. Con ello quiero decir que si se lograra extraer la información del cerebro humano, y colocarla en un equivalente electrónico, mecánico, electroquímico o lo que fuere de la misma potencia y las mismas características que un cerebro humano (u otro cerebro, o un cerebro humano artificialmente creado...), éste tendría los mismos recuerdos que la mente original, por ello analizaría la información de la misma manera, y en todo caso sería la misma "persona". Basta ver la película "El Sexto Día" (duramente criticada, por cierto, pero eso no le quita el mérito) para comprender un poco las implicaciones filosóficas de tal cosa (de ética hablamos en otra parte, por favor).

Terrores de ciencia ficción aparte, hay que reconocer que somos un poco más de lo que sabemos, recordamos y la forma como analizamos.

Hay algo más, quizás sea la aiúa. O parásitos en el cerebro.

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