Golpéame, fuerte con un martillo,
moja mi carne y mi ropa con gasolina
y enciende el conjunto con un cerillo.
Electrocútame en agua en una gran tina,
estalla mis piernas con una mina,
y tritura mi cuerpo con un hacha.
Hazme lucir una terrible facha.
Rompe mis huesos, desgarra mis músculos.
Coloca venenos en mi agua y alimento,
y provócame dolores mayúsculos.
Dime vilmente: "Te va doler, no te miento"
y sigue hasta quedarte sin aliento.
Aséstame, rápido, una tras otra
mil puñaladas en la carne rota.
Asfíxiame, quítame el vital gas,
ahógame, bajo el oscuro y frío mar.
Todo aquello de lo que eres capaz,
hazlo con astucia, e impídeme escapar.
Por la espalda procede a engarfiar,
deja correr, fluida, la sangre roja,
no sientas jamás ninguna congoja.
De hipotermia, de sed o inanición,
mátame lento, despacio, no desesperes.
Sácame los ojos y la visión,
entre las sombras podré ver quien eres.
Las armas no te serán menesteres,
Libera tus bestias, que me devoren,
envía a los lobos, ¡que no demoren!
¡Córtame! raja mi rostro y mi ser,
desfigura, tritura, corrompe y profana,
Tortura, quítame todo placer,
Elimina mi existencia, mísera y vana.
No olvides en mí ni una parte sana.
¡Dispara, vamos, fuego a discreción!
Ya estoy en la mesa, haz la disección.