Sandra baila como nunca. Con la botella de agua en una mano, y barra fosforescente en la otra, Sandra es como un demonio, un súcubo, danzando al compás de la incesante música. El techno y el dance son para ella como una suave alfombra sobre la cual deslizarse. Los beats llevan sus brazos y su cintura de un lado a otro con una dulzura violenta.
El local es oscuro, y cientos de siluetas se mecen y deslizan a su alrededor. Ella les ignora, para ella las gentes aglomeradas en la discoteca son como sombras en una pared de mármol negro. Cambia la canción, y también su estilo de baile. Baila, baila baila… porque no puede existir nada más. La música, el éxtasis y el baile. La píldora le permite disfrutar más intensamente de la música y puede bailar por horas.
Sandra ha estado bailando durante varias, unas cinco o seis. No se detiene, pues el ritmo es más poderoso que el cansancio. El DJ se retira, viene otro y continúa la fiesta. Bebe más agua. Sigue bailando. Sus amigos y amigas la observan divertidos. Ella es instructora de baile, sus pasos no se equivocan, sus giros son perfectos, su silueta es armoniosa.
Van dos días. Sandra aún se mueve igual que al principio. Todavía bebe de la misma botella de agua, que parece no terminarse. La electricidad recorre su cuerpo, la llena de energía, y no se detiene. Ahora ponen salsa. Un chico la toma de la cintura y de la mano, y ahora Sandra se enlaza con él en una danza más difícil. Pero él es bueno, y juntos siguen los complicados pasos como si lo hubiesen hecho siempre. Ella gira y él la sostiene, él gira con gracia y Sandra le sigue. Suena ahora house, se separan y ella baila, baila sin parar.
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—No conoceremos la extensión del daño—dice el Doctor, con la preocupación marcada en su frente—hasta que no tengamos los resultados del EEG.
—Está bien, pero por favor díganos cuanto antes—responde el padre de Sandra.
—Por supuesto, no se preocupe por ello, lo sabrá en la brevedad que sea posible. Por lo que sabemos sufrió lesiones muy graves. Los pacientes en coma tienen un tiempo “de gracia” de unos tres meses, durante los cuales tiene muchas más probabilidades de despertar, luego de eso, es cada vez menor…
—Lo sabemos, el otro doctor nos explicó ayer toda la… dificultad, de la situación. Ahora, con su permiso, estaré en la habitación, me incomoda alejarme de ella.
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Han pasado dos meses, y Sandra baila eléctricamente, como una diosa, como un ángel. La fiesta no termina, la botella no se vacía, la droga no pierde efecto y la música es infinita. En su camilla, Sandra baila y baila…