Órganos



Una tarde de agosto, Verónica estaba trabajando en unos feos dibujos para una clase de "arte", en la "universidad de arte" donde ella dice que va a "estudiar".

Yo me encontraba ocupado en importantes asuntos, que no explicaré aquí porque puede usted, quizás, no entender.

Resulta que en medio de mis divagaciones y experimentaciones, me encontré con una súbita falta de órganos. Necesitaba más órganos para completar... una cosa. Bajé nuevamente al sótano, donde Verónica se encontraba maltratando unos lienzos con esa terrible manera que tiene para hacer marcas con tinta.

- ¡Verónica! -Grité.
- ¡Qué! -Respondió ella, con un sobresalto tremendo.
- Necesito que hablemos, tengo un asunto urgente e importante en el que necesito que me ayudes.
- ¿Que sucede? Estoy dibujando, Javier, ¿no ves que estoy ocupada?
- No me interesa. Estoy haciendo algo importante, y me faltan órganos para completarlo.
- ¿Qué? No entiendo... ¿A qué te refieres con órganos?
- Tú sabes... órganos. De todos modos no te interesa saber qué es. Solo necesito que me des tus órganos.
- NO.
- Por favor, coopera. No es que los estés utilizando.
- ¡Claro que los estoy utilizando! ¡Son mis órganos!
- Pero Verónica, ¡si los tienes todos maltratados!
- No es cierto. Los utilizo todos los días y además son MIS órganos.
- Solo los usaré por un rato, yo te los devuelvo cuando termine.
- No. No sé si pueda seguir usándolos después de que los hayas "utilizado".
- No empieces, dame tus órganos.
- ¡No!
- Vamos, los necesito.
- ¡Que no!
- Ven aquí...
- ¡Déjame! ¡Suéltame! ¡No! ¡Auxilio!
- ¡Verónica! ¡Por favor coopera!
- ¡QUE NO! ¡NO VOY A DARTE MIS ÓRGANOS!
- ¡DÁMELOS!

Salió corriendo a toda velocidad hacia el clóset, la seguí y le dí alcance. La empujé con todas mis fuerzas contra una pared. Entonces se levantó y, desesperada, abrió el clóset y se interpuso entre aquél y yo. Me miró desesperada y gritó con todas sus fuerzas:



Al final, tuve que buscar órganos en otra parte.

Share!
Tweet!
E-Mail